Las plagas urbanas implican un problema de salud pública, que se incrementa en la temporada de calor, época en la que se acortan los ciclos de reproducción de moscas, mosquitos, cucarachas, roedores y avispas; además de ser molestas, su principal afectación son transmisores de bacterias y microorganismos reportó el investigador del Departamento de Producción Agrícola, del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la UdeG, Jaime Reyes Hernández.
“En nuestras plagas urbanas vemos cada vez una capacidad de adaptarse más a estos aumentos de temperatura, el aumento de la temperatura hace que acorten sus ciclos biológicos, viven menos pero eso les da la capacidad de multiplicarse en menor tiempo, un insecto, una mosquita blanca en un clima templado, en invierno, puede vivir hasta tres meses, en el verano en tres semanas completa su ciclo, en un mes ya estás peleando con los nietos de esos insectos, esa capacidad de reproducirse tan rápido tenemos que considerarla, así como la fecundidad, el calor induce la reproducción, el calor hace que los insectos pongan más huevecillos y acelera también sus su madurez reproductiva”, explicó.
El investigador detalló que en un edificio habitacional pueden coexistir hasta 15 microhábitats, que pueden albergar de 30 a 40 especies de insectos.
El académico explicó que las zonas urbanas tienen las condiciones idóneas para fomentar la multiplicación de estás especies ya que los grupos humanos les proporcionan hábitat, alimento, humedad, pero la ventaja para ellos de que no tienen depredadores naturales.
Destacó que la basura que generan los humanos es alimento para los insectos y otros organismos, por lo que sugirió mantener áreas limpias y sin desechos para evitar que haya proliferación de estás plagas.
“Nuestras ciudades son muy sucias y esa suciedad está criando y alimentado toda esta fauna nociva. En la medida en que aprendamos a separar la basura, a no tirarla en la calle, vamos a estar contribuyendo al manejo de estos organismos dañinos”, puntualizó Reyes Hernández.
Estos organismos, como chinches o ácaros, también sirven de incubadoras de otros microorganismos que se reproducen con mayor facilidad en climas cálidos, denunció.
Reyes Hernández mencionó que en las ciudades se registran zonas con microclimas a elevadas temperaturas, por lo que es posible encontrar áreas citadinas en las que se registren hasta 12 centígrados más de temperatura en comparación con zonas aledañas.
“Conforme va avanzando la temperatura la tasa de desarrollo se va haciendo más grande; es decir, crecen más rápido conforme aumenta la temperatura y llegan a un máximo. La mayoría de los insectos de climas tropicales o subtropicales sobreviven a 30 o 32 grados centígrados, y si sigue aumentando la temperatura simplemente sus funciones fisiológicas se van deteniendo”, aseveró.
Además, el aumento en temperaturas no sólo propicia el crecimiento de estos organismos nocivos, sino que es posible que estas variaciones climáticas favorezcan el desplazamiento de las plagas y, con ello, la aparición de nuevas enfermedades en territorios donde no eran comunes, agregó Reyes Hernández.
Elizabeth Rivera Avelar