Por Elizabeth Rivera Avelar
En México hay un millón 600 mil niñas, niños y adolescentes en orfandad, de acuerdo con datos del INEGI, muchos de ellos, son víctimas colaterales de los feminicidios, la violencia ocasionada por el crimen organizado o las desapariciones forzadas, o bien, afectados por la pandemia de Covid-19.
El Estado tiene la obligación de atender a estos menores de edad, así lo establece la reforma que la Cámara de Diputados avaló, a la Ley General de Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, explicó la diputada Eunice Monzón García (PVEM), proponente de una de las iniciativas que hizo posible el cambio legal.
“Nuestra infancia en situación de abandono se enfrenta a una ruptura en su estructura familiar y a múltiples incertidumbres en cuanto a su tutela, lugar de residencia y manutención en un futuro. El resultado de esto son niñas y niños que crecen sin una familia y sin la atención y amor que necesitan. Muchos de ellos terminan viviendo en orfanatos, refugios o en la calle donde enfrentan una vida llena de incertidumbres y riesgos. En algunos casos, pueden ser a todos y en muchos de otros se les niega este derecho y se les deja sin un hogar permanente”, expuso.
La legisladora señaló que además de reconocer los derechos de la niñez en desamparo familiar, establece que los procedimientos de adopción sean expeditos y simples.
“Este nuevo marco normativo que modifica los artículos 10, 28 y 49 de la ley en cuestión, señala que las niñas, niños y adolescentes que sean víctimas directas o indirectas y queden en situación de desamparo familiar tendrán garantizada la prestación de servicios de atención, al menos los reconocidos en ley, que les permita una óptima inclusión al entorno social, además, mandata que los trámites de adopción se agilicen y simplifiquen” explicó Monzón García.
La legisladora indicó que en México existen aproximadamente 33 mil menores viviendo en algún centro de asistencia social, lo cual los priva del derecho de vivir en familia y en comunidad.
Agregó que el abandono infantil tiene graves consecuencias a largo plazo. Sin una figura de apoyo y sin un entorno estable y seguro, muchos de estas niñas, niños y adolescentes pueden sufrir problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión. También pueden desarrollar problemas de comportamiento y tener dificultades para formar relaciones saludables y positivas en el futuro.