• Vie. Nov 22nd, 2024

Por Elizabeth Rivera Avelar

El maratón de lectura en voz alta organizado por la Feria Internacional del Libro (FIL) cumplió 22 años de realizarse, inició en el año 2002; año con año, suma más participantes, instituciones y sedes como centros penitenciarios. En la explanada de la Rectoría General de la Universidad de Guadalajara (UdeG) convocó a 450 personas.

La elección de Ciudades Desiertas de José Agustín en esta edición destaca el impacto duradero de la obra del autor en la literatura mexicana y su relevancia hasta la actualidad, indicó la responsable de la actividad y directora de la FIL, Marisol Schulz Manaut.

“José Agustín es una de las figuras emblemáticas de la literatura mexicana del siglo XX y de principios del XXI porque él, siendo joven, comenzó a trabajar la literatura, a expresar la manera y el sentir del habla de los jóvenes, temas que no estaban sancionados en la literatura, él empezó a romper se le consideraba de la literatura de Onda, cosa que creo que él no estaba muy de acuerdo con eso junto con Gustavo Sáenz, con Parménides, García Saldaña, porque trataban temas que le importaban a la juventud y sobre todo de una manera muy coloquial, entonces él rompió muchos cánones de la literatura y hay muchos autores, muchísimos, que han dicho que empezaron a leer, que se volvieron realmente lectores, gracias a la obra de José Agustín”, anotó.

La iniciativa busca fomentar la lectura y preparar el terreno para eventos mayores como la Feria Internacional del Libro, alcanzando a un público diverso, desde familias hasta estudiantes. La actividad ha logrado atraer a lectores de todas las edades, que han convertido la actividad en una tradición anual.

Ciudades Desiertas, publicada en 1982 y escrita por José Agustín, quien falleció el pasado 16 de enero, es el máximo representante del movimiento literario de La Onda.

Desde el 2002, se realiza anualmente la lectura en voz alta, como un homenaje a distintos autores, seleccionando obras a través de votaciones. 

Esta actividad comenzó en la Rambla de Cataluña y luego se trasladó a la Explanada de Rectoría General, respondiendo a necesidades espaciales y al creciente interés del público. Con el tiempo, la actividad ha expandido su alcance, incluyendo múltiples municipios y centros como penitenciarios y universitarios, donde se replican las mismas dinámicas. 

La logística se mantiene constante en todos los lugares, incluyendo la entrega simbólica de un libro y una rosa a los participantes. 

Por Elizabeth Rivera Avelar

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