Por Redacción
Ucrania llevó a cabo una operación encubierta sin precedentes en el corazón del territorio ruso, donde utilizó drones escondidos previamente en suelo enemigo para atacar bases aéreas. El resultado: al menos una docena de bombarderos rusos destruidos en aeródromos estratégicos como Belaya y Olenya. Imágenes satelitales y videos verificados muestran a los drones alcanzando directamente los aviones, algunos de los cuales quedaron envueltos en llamas.
La ofensiva, conocida como “Operación Telaraña”, se preparó durante meses mientras el ejército ucraniano enfrentaba dificultades en su propio territorio. Los drones, lanzados desde contenedores disfrazados de estructuras habitacionales, volaron a corta distancia hacia los objetivos. Las autoridades ucranianas aseguraron que estas cajas fueron diseñadas para autodestruirse tras cumplir su misión, y los restos calcinados fueron registrados en el lugar.
A pesar de los daños evidentes, incluidos al menos siete bombarderos pesados como los Tupolev Tu-95 y Tu-22M, Rusia ha afirmado haber repelido parte del ataque, aunque sin pruebas claras. Los expertos señalan que, si bien se trata de un golpe simbólico y logístico importante, Moscú no ha mostrado señales de modificar su estrategia militar a raíz de esta operación.