En México se desperdician 94 kilogramos de alimento al año por persona, lo cual es una cifra muy alta, ya que a escala mundial el parámetro es de 74 kg por persona anuales, señaló la coordinadora de contenidos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), Ana Laura de La Torre, quien manifestó que por ello aplicaron la iniciativa “Comunicación para el Cambio”, para frenar el desperdicio de comida entre los jóvenes, uno de los sectores con menor conciencia en el tema.
“Cada vez que nosotros vemos en redes sociales o en los medios de comunicación información sobre la deforestación, inundaciones, incendios, muerte masiva de especies, tendemos a sentirnos impotentes. La primera pregunta que surge es: ¿yo qué puedo hacer?, para quienes nos dedicamos a la comunicación y a la educación ambiental el reto es aún mayor, ¿cómo transmitir la urgencia de un problema e informar sobre los cambios que se requieren?. El reto aumenta si consideramos que los estudios nos están diciendo que los datos duros no son suficientes, para que las personas cambiemos de comportamiento”, dijo.
Los promotores de la campaña pusieron como ejemplo que tirar al resumidero una taza de café afecta directamente el medio ambiente, ya que para producir esa taza de la bebida se requieren 127 litros de agua.
“Nosotros seleccionamos la problemática del desperdicio de alimentos, porque es una práctica cotidiana en la que todos los que estamos aquí hemos incurrido. De manera mayoritaria, no la valoramos negativamente, es decir, no nos sentimos culpables por estar desperdiciando alimentos”, indicó.
Ana Laura de la Torre, coordinadora de la Campaña contra el Desperdicio de Alimentos de WWF, precisó que se trabajó con el grupo de edad de entre 18 y 25 años, ya que la mayoría de ellos no valora negativamente tirar la comida.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) dio a conocer el trabajo que hizo durante un año y medio con la Universidad Anahuac (sede Ciudad de México), WWF Alemania y la Universidad de Bielefeld (Alemania), en donde a los estudiantes se les explicó los hábitos relacionados con los alimentos y la conservación de la biodiversidad. Los resultados fueron favorables, tras participar en talleres y registrar y medir la comida que se desperdicia en cada uno de los hogares.
Como parte de la intervención con los jóvenes que estudian una licenciatura se hicieron reflexiones, elaboraron mensajes contra el desperdicio y observaron los hábitos en su casa. Al final, se elaboró un Manual para que en otras universidades y en otros estados del país, se puedan conducir este tipo de intervenciones, que incluye una Guía para promover conductas pro ambientales, desde un enfoque de la educación y la comunicación.
La campaña tuvo el patrocinio de la Agencia contra el Cambio Climático del gobierno de Alemania.
Elizabeth Rivera Avelar