El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, confirmó que el reciente ataque aéreo contra instalaciones nucleares en Irán —denominado “Martillo de la Medianoche”— tuvo como objetivo neutralizar amenazas específicas sin buscar un cambio de régimen. La operación, que afectó directamente a sitios estratégicos como Fordo, Natanz e Isfahán, fue calificada como un “éxito rotundo” por parte de Washington, al considerar que las capacidades nucleares iraníes han sido gravemente afectadas.
Aunque el gobierno de Donald Trump insistió en que no pretende iniciar una guerra, tanto Hegseth como el secretario de Estado, Marco Rubio, advirtieron que cualquier represalia iraní será respondida con fuerza superior. Al mismo tiempo, Estados Unidos afirmó que ha abierto canales diplomáticos para una posible negociación, en la que Irán podría retomar un programa nuclear con fines exclusivamente civiles. Sin embargo, el clima político interno en EE.UU. se tornó tenso, con críticas provenientes tanto de figuras del Partido Demócrata como de miembros republicanos cercanos a la base MAGA.
Desde el plano internacional, el ataque generó alarma. El director del Organismo Internacional de Energía Atómica, Rafael Grossi, advirtió ante el Consejo de Seguridad de la ONU sobre los riesgos de daños en instalaciones nucleares subterráneas y posibles consecuencias radiactivas. El secretario general de la ONU, António Guterres, recordó que toda acción militar debe apegarse al derecho internacional, mientras que en México, la presidenta Claudia Sheinbaum reiteró la postura histórica de no intervención y el compromiso con la promoción de la paz y el diálogo internacional.